En Hiper Volé nos importa todo y nada a la vez. Nuestra misión es no tener una, sino ir tejiéndola conforme pase el tiempo.

Un mundo a punta de engaños



Antaño. Mi infancia latente. Sin –doble– moral, respaldado solo con el sentido común de un niño. Papi se encargaba de la música en casa, hasta donde recuerdo, y las cintas magnéticas (mejor conocidas como casetes) estaban a la orden del día.

Yo siempre tuve cierta debilidad hacia las notas musicales y la interpretación artística, probablemente porque mis primeros sentimientos humanos se desarrollaron gracias a alguna canción de Guns N' Roses. Además, nunca quise volcarme al universo de la estupidez colectiva, así que cuando mi tata llamaba a Radio Uno a solicitar algún tema que le faltara, "para grabar", nunca hice mala cara. Entendía por música aquello que me tocaba el corazón, me hacía bailar y me erizaba los vellos del brazo, no un producto exclusivo para quienes pagaran.

Para obtener cualquier cosa en la vida, mami y papi tenían que sacar billetes negros, verdes o anaranjados de sus pantalones. Pero esto, lo más real que había llegado a nosotros, no era tan complicado: Una llamada a Ruper Alvarado y tragarse el informe de tránsito era todo lo que bastaba para tener una obra de arte en manos. Nunca me atravesó el pensamiento de que eso era un robo, o más bien que unos viejos codiciosos buscarían tacharlo de afano, pues "Sweet Child o' Mine" me parecía más parte del aire que una mercancía. Un tema que le pertenecía a la humanidad, no a su autor, el famoso Axl Rose.

Pero para nadie es un secreto que a lo largo de la historia de la humanidad, pero especialmente en el último siglo, ha habido una constante: nos gusta complicarnos la vida todavía más. Nadie sabe por qué fue colocado en el planeta Tierra con varios millones de semejantes en primera instancia, pero todos tienen una infinidad de dioses y reglas morales a las que quieren que el resto responda. Así es como nos hemos vuelto especialistas en construir barreras en lugar de uniones, y es por ello que nuestra historia en los últimos milenios ha sido cíclica: salir de un sistema de esclavitud para ingresar a otro, y va de nuevo. El de nuestros tiempos es el capitalismo, y la música, que ha estado presente en todas las épocas y etapas de nuestra historia, es solo una de las tantas disciplinas que han pagado alto por ello.

El contexto del casete, y el utilizarlo para grabar música de la radio o desde otros dispositivos de audio, no es el ejemplo más actual, pero, ¿podría usted imaginarse que algo tan sencillo y común como eso fuera vetado como un delito en su tiempo? La historia empeora con el paso de los años; ni qué decir cuando llegó el disco compacto en blanco o el archivo de reproducción de audio .mp3. No fue hace tanto cuando el planeta se volviera loco con un debate que no llevaría a ninguna parte: ¿Qué tanto perjudica, en términos generales, la piratería? Sin embargo, mi pregunta siempre fue, ¿A quiénes perjudica la piratería, y cómo nos sentimos con eso?

Próximamente, encuentre aquí el estudio sobre la piratería.

Alessandro Solís Lerici

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